Dicen que todo se cura según va pasando el tiempo.

Él nunca me buscó, de hecho sé que nunca me buscará, lo sé, le conozco lo suficiente como para saber que le puede todo, que no es capaz ni lo va a ser nunca. Y es que, bien dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Y tan cierto que es. Cuando pasa el tiempo, demasiado tiempo, es cuando terminamos por darnos cuenta y entonces te arrepientes de todo. De las cosas que deberías haber dicho y no dijiste, simplemente por falta de voluntad. Todas las oportunidades que te dieron y en cambio, las dejaste pasar, porque en su momento pensaste que no te iba a servir para nada. Pero con el tiempo te terminas dando cuenta de, que a veces, las cosas que menos te esperas, pueden ocurrir. 
Y a veces pienso cuantas veces quise que, al menos, dieras una cuarta parte de todo lo que yo daba por ti, pero lo cierto es que te acostumbras a querer con lo que no esta dado, a querer porque sí, sin motivos, sin nada. A intentar sacar todo adelante por tu propia voluntad, sólo que el único inconveniente es que acabas saliendo tu hacia adelante, pero él se sigue quedando atrás. 

Esta vida lo único que nos enseña es que nunca puedes quedarte arrastrando de alguien, tirando de una cuerda que al final se rompe.